HISTORIA DEL CICLISMO XXIV

Los principales trofeos concebidos por la mayoría de las grandes carreras premian a los respectivos vencedores de la Clasificación General Individual, del Premio de la Regularidad o Clasificación General por Puntos, el Gran Premio de la Montaña, de la Clasificación General de Metas Volantes, así como al equipo que ocupa la primera posición en la Clasificación General por Equipos y al corredor vencedor de cada etapa.
En la actualidad, en cada meta espera a los ciclistas una caravana que incluye reclamos publicitarios de los patrocinadores, emisoras de radio y de televisión, así como una multitud creciente de aficionados. Tras el pelotón o grupo de corredores marchan los coches de los directores de equipo y los entrenadores, masajistas, mecánicos, médicos y demás personal auxiliar.
Además de las grandes rondas por etapas ya citadas, se celebran otras, muchas de las cuales tienen una duración menor a las tres semanas. Así por ejemplo, la Vuelta a Suiza o la París-Niza, con sólo siete etapas. En España se disputaban la ya mencionada Volta a Catalunya, la Vuelta a Andalucía, la Vuelta al País Vasco, la Vuelta a Asturias, etc...
Se denominan clásicas a las carreras en ruta de un sólo día de duración. Entre las más conocidas destaca la prueba italiana que abre el calendario de la competición ciclista la Milán-San Remo, cuya primera convocatoria se remonta a 1907. También se disputan en la actualidad el Tour a Flandes (1913), el Giro de Lombardía (1905) y la Lieja-Bastogne-Lieja (1890).
Una prueba clásica es el Campeonato del Mundo de fondo en carretera, pero tiene características especiales, ya que su trazado cambia cada año según el país en el que se celebre. Iniciada en 1921 para aficionados, desde 1927 admite profesionales. Desde 1994 se ha añadido además, una prueba contrarreloj individual.


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