Valderrobres durante Semana Santa se llena de visitantes en busca de alternativas al turismo de playa

·Durante la Semana Santa, la localidad turolense de Valderrobres se convierte en un hervidero de visitantes en busca de alternativas al turismo de playa o ciudad.

·Los paisajes toscanos que rodean esta villa medieval son idóneos para pasar unos días en plena naturaleza y disfrutar de rutas y paseos en bicicleta.

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La Semana Santa se acerca y los más viajeros ya andan en busca de la escapada ideal para descansar y desconectar de la rutina. Quedarse en la ciudad durante esos días ya no es una opción, y cada vez son más los que optan por el turismo rural para conocer el potencial de los pueblos que tienen a su alrededor. De hecho, según el portal de reservas Casasrurales.net, este tipo de turismo alcanzó un 77,8% de ocupación durante la Semana Santa de 2019.

De acuerdo con el Observatorio de Turismo Rural, entre los motivos más frecuentes por los que los viajeros optan por una escapada rural se encuentran disfrutar de experiencias gastronómicas, vivir de cerca determinadas celebraciones tradicionales o estar en contacto con la naturaleza.

Precisamente esto último es lo que atrae a miles de visitantes hasta la localidad de Valderrobres, la joya medieval de la comarca turolense del Matarraña. Sus paisajes toscanos están salpicados de rincones mágicos, pozas de aguas turquesas y sendas verdes ideales para quienes viajan acompañados de sus bicicletas. A tan solo unos kilómetros del pueblo se encuentra el Pantano de La Pena, que toma el nombre del río en cuyo cauce se construyó.

La ruta en bicicleta se inicia en la presa donde se ubica la compuerta, y para llegar hasta ella en coche la mejor opción es tomar la pista que parte de la carretera A-1414 entre Fuentespalda y Valderrobres. En total, el recorrido es de poco más de 4,5 kilómetros, por lo que es ideal para una excursión en bici con todos los miembros de la familia, niños incluidos. Desde el pantano se puede contemplar en todo su esplendor la montaña que la rodea, la Caixa.

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También desde Valderrobres se puede disfrutar de la Vía Verde Val de Zafán, una infraestructura ferroviaria en desuso convertida en itinerario cicloturista que parte desde la Puebla de Híjar y que llega hasta Tortosa, a escasos kilómetros del mar Mediterráneo. La Vía discurre por un total de 19 localidades y, coincidiendo con la mitad de su recorrido, pasa por Valderrobres, concretamente, por la antigua estación de tren desde la que se accede.

Y para los que quieren contemplar el paisaje y, al mismo tiempo, conocer el patrimonio histórico del municipio, la mejor opción es la ruta que lleva hasta la ermita de San Miguel, un conjunto formado por el propio templo y dos masías, ahora en estado de ruina. La distancia a recorrer es de poco más de cinco kilómetros y la ruta parte junto a la carretera que proviene de Valderrobres, la A-1414 en sentido Fuentespalda.

Tradición y aventura sin salir de la localidad
Además de los paseos y rutas en bicicletas, Valderrobres ofrece numerosos planes para las vacaciones de Semana Santa. De hecho, está declarada Fiesta de Interés Turístico de Aragón, y uno de sus actos más importantes es la conocida como la Rompida de la Hora, una tradición muy extendida en la provincia. Durante la ‘rompida’, que se celebrará el diez de abril a las 12.00 en la plaza de España de la localidad, centenares de bombos y tambores tocarán al unísono para conmemorar la muerte de Jesús en la cruz y representar cómo la tierra tembló.

Además, la belleza y el valor arquitectónico del casco antiguo del pueblo hicieron que Valderrobres pasara a formar parte del selecto club de “los pueblos más bonitos de España”. El robusto Puente de Piedra que se levanta sobre el río Matarraña y el portal de San Roque son las cartas de presentación de la parte antigua de la localidad, pues son lo primero que ve el visitante. Recorriendo sus calles empedradas se llega hasta la plaza de España, donde se ubica el

edificio del Ayuntamiento y también uno de los alojamientos más especiales del pueblo: la Fonda La Plaza. Se trata de una de las más antiguas de España, y cuenta con un restaurante especializado en gastronomía tradicional que

hace las delicias de todo aquel que lo prueba. Además, durante Semana Santa esta zona se cierra al tráfico y los bares sacan sus terrazas a la calle para que todo aquel que quiera pueda realizar una agradable pausa en el camino.

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De obligada visita es el Castillo-Palacio de Valderrobres que data de finales del siglo XII. Desde el año pasado se puede acceder a las almenas de la fortaleza, y la entrada incluye también el acceso al Museo y la Iglesia.

Un viaje hasta el Mesozoico
La provincia de Teruel es sinónimo de dinosaurios y prueba de ello es que ya existen hasta ocho sedes de Dinópolis, un parque de ocio dedicado a estos fascinantes animales que es garantía de diversión para los niños y los no tan niños. La más cercana a Valderrobres es Inhóspitak, en Peñarroya de Tastavins, que se encuentra a tan solo 20 kilómetros de distancia.

Los amantes de las emociones fuertes tampoco pueden perderse la tirolina de Fuentespalda, ubicada en pleno corazón del Matarraña. Sus nada más y nada menos que 1980 metros de longitud y sus 200 metros de desnivel prometen dos minutos de descenso de pura adrenalina. Además, no hay edad mínima para lanzarse, aunque los menores deben ir acompañados de un adulto y el peso mínimo es de 50 kilos.

Y si se va en busca de un plan algo más relajado pero sin renunciar a estar en contacto con la naturaleza, el observatorio de aves de Mas de Bunyol es el lugar ideal para pasar una mañana rodeado de montañas… y de buitres. Cobijada por las Montañas de los tres Reyes, cada día cientos de buitres salvajes descienden a esta reserva para ser alimentados bajo la atenta mirada de los turistas, que son testigos de este espectáculo único a través de una gran cristalera. Sin duda, un recuerdo inolvidable que quedará grabado en la retina de los visitantes más jóvenes, que además, podrán entrar a precio reducido si tienen entre 4 y 11 años. Además, el edificio Mas de Bunyol cuenta con seis habitaciones para alojar huéspedes que, en esa misma zona, podrán disfrutar de rutas a caballo o en BTT.

Aunque si se prefiere, siempre se puede optar por otros de los muchos alojamientos de turismo rural situados en plena naturaleza, algunos de ellos, temáticos, como los que ofrece el Camping El Roble. Sus jaimas y tipis, tiendas de campaña típicas del desierto y los pueblos indígenas fueron finalistas como mejor experiencia turística de Aragón, y no dejan a nadie indiferente. En el propio centro histórico del pueblo, a orillas del río Matarraña, también se dispone de un área para caravanas, totalmente gratuita y con plataforma de vaciado de aguas. Se trata de un amplio parking con zonas sombreadas, muy cerca de los principales servicios de hostelería y compras, centro de salud y oficina de turismo. Y con una gasolinera a tan solo 600 metros. Otra opción sostenible y original es Mas de Boné, una vivienda típica de la zona totalmente rehabilitada, o el Más del Bot, un hotel ecológico hecho de pacas de paja climatizado mediante geotermia.

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Y tras un agotador día de actividad, qué mejor que reponer fuerza en alguno de los muchos restaurantes y cafeterías que hay en Valderrobres, bien conocido por su carne, su repostería y el aceite DOP del Bajo Aragón.

La localidad cuenta con opciones para todos los gustos y paladares: desde el Asador Baudillo, donde los sabores de la tierra adquieren tintes argentinos de la mano de su propietaria, nacida al otro lado del Atlántico; hasta el Hotel El Salt, en cuya huerta se cultivan muchos de los alimentos que después se sirven en los platos. Eso sin olvidar las pizzerías La Cova y La Esencia, locales ideales para ir a cenar con niños y degustar auténtica comida italiana.

Y porque a nadie le amarga un dulce, cualquier visitante que se precie debe hacer una parada en las cafeterías-panaderías Sabores y Casalduc, ambas en la zona del arrabal. Son estupendas tanto para empezar el día con energía como para hacer una pausa con niños a la hora de la merienda, y ofrecen productos como cafés, tés, batidos, chocolates y postres tradicionales como los ‘ametllats’ o las rosquillas, tan típicas de la Semana Santa valderrobrense. Recetas cuidadas y hechas con mimo para terminar el viaje con un buen sabor de boca.

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