Rendimiento, carga de entrenamiento y sinestesia - Botis Torrado

El 11 de abril de 1770 el jóven Mozart, con apenas 14 años, llegó a Roma con su padre con intención de acudir a escuchar el Miserere de Gregorio Allegri, pieza cuasi sacramental que era interpretada únicamente cada Viernes Santo en la Capilla Sixtina y de la cual los músicos tenían prohibido compartir cualquier parte de la partitura bajo pena de excomunión.

El joven Mozart memorizó la obra con escucharla una sola vez y fue capaz de transcribir la partitura completa, con las voces de todos los instrumentos más el coro: un total de 20 minutos de pieza.

El 7 de mayo de 1824, en Viena se presentaba una obra con enorme expectación, y es que habían pasado más de 10 años desde la última pieza presentada por el autor. El propio Beethoven dirigió a los músicos de forma apasionada, tanto es así que al acabar la música seguía gesticulando hasta que una solista se levantó para advertir al compositor y que se girase y pudiese ver la tremenda ovación, que ya no podía escuchar.

El 26 de mayo de 1926 nacía en Santa Mónica un genial músico de jazz, Miles Davis, con una capacidad innata en 1 de cada 10.000 personas: el oído absoluto. Esta peculiaridad sensorial permite, entre otras cosas, identificar una nota musical que suena aisladamente, sin una referencia externa de base.

En una partitura, los seres humanos damos forma a una realidad imposible de aprehender, puede que no lo vea así cualquier neófito, pero una misma pieza nunca suena igual. Sin embargo, necesitamos una herramienta para poder guiarnos si queremos reproducir nuevamente una pieza con nuestras "limitadas capacidades humanas".

En 1975, Bannister propuso un método de medición de la carga de entrenamiento basado en el conocimiento accesible y en su propia experiencia con sus deportistas. Así, tomando como referencia dos hitos "fácilmente" reconocibles como son los umbrales fisiológicos, modeló un método para cuantificar la carga de entrenamiento que, en lo básico, pervive en nuestros días… y probablemente lo haga para siempre.

Podemos decir que Bannister dibujó el pentagrama sobre el cual decenas de autores han escrito sus propias partituras. Cada uno de ellos plasmando en ellas una realidad imposible de aprehender, tratando de dejar impresa una guía que pueda volver a ser interpretada.

Existen multitud de discusiones entre autores, que enriquecen enormemente nuestro conocimiento y comprensión, y estos debates se dan porque prestan atención a factores diferentes o los ponderan de forma distinta en un grado mayor que por el hecho de que la ciencia o el conocimiento hayan avanzado. Del mismo modo que algunos músicos "ven" la música a modo de formas o colores (sinestesia) cada persona que profundiza lo suficiente en el campo del rendimiento crea su propia partitura y suele ser error generalizado dar por válido un número o una métrica que no comprendemos porque no hemos aprehendido la realidad de dónde viene ni, sobre todo, la forma en que su autor la ve… o la "escucha" o la "siente".

Cualquiera que esté mínimamente habituado a guiar deportistas habrá experimentado alguna circunstancia en la que un número o un valor en la pantalla se transforman en emociones, circunstancias o sentimientos tras una llamada de teléfono, y es que en el fondo necesitamos como humanos limitados que somos, convertir esa realidad que no podemos aprehender en algún concepto que nos sea comprensible.

La Novena Sinfonía nunca volverá a sonar igual que el 7 de mayo de 1824… incluso para quien no pudo escucharla.

Y quiero cerrar esta reflexión con una cita del propio Miles Davis que creo debería guiar nuestra búsqueda del rendimiento (y de la salud) más que cualquier método (receta o partitura): "when you hit a wrong note, is the next note that makes it good or bad".

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