En el último fascículo te introducía un tema fascinante y quise hacerlo de un modo un tanto original porque si eres lector de LA NAVAJA seguro que lees otras publicaciones donde ya habrás escuchado hablar de la influencia de los pensamientos en cómo percibimos la realidad y cómo esto puede alterar las reacciones de nuestro organismo, existen múltiples estudios que analizan factores como el efecto que tiene una súbita recompensa sobre la percepción del esfuerzo percibido durante un test maximal hasta el efecto del etiquetado en un idéntico refresco en la reacción insulínica de los participantes… existe acuerdo unánime entre los investigadores en que nuestra mente ejerce un fuerte efecto sobre lo que sucede en nuestro interior.
Como LA NAVAJA es un lugar íntimo puedo contarte, a modo de opinión al respecto, que después de mi trasplante de médula estuve dos días literalmente muerto… pero yo continuaba respirando simplemente porque después de inspirar tocaba exhalar… sin más. Si el equipo médico me hubiese dejado saber en detalle a qué me iba a enfrentar y cual era mi situación real creo que tú no estarías leyendo ahora estas líneas amigo o amiga… pero eso es otra historia.
Puede que por esto que te acabo de contar haya prestado mucha atención e interés siempre al efecto de los pensamientos a la hora de afrontar cualquier reto, especialmente tratándose de un gran esfuerzo físico como una prueba deportiva.
Que afecta nuestra psique en el rendimiento en una carrera es algo fuera de toda duda y uno de los modo más evidentes que tiene de hacerlo y sobre lo que vamos a poder actuar es a través del llamado “nivel de activación mental”.
Cuando realizas un esfuerzo máximo aumentan los requerimientos de O2, la frecuencia respiratoria aumenta al mismo tiempo que la tensión arterial y la frecuencia cardiaca, y todo para dar respuesta a los requerimientos energéticos de la musculatura que estás accionando. Esto sucede cuando el esfuerzo comienza a suponer una exigencia para el organismo, pero sucede también cuando estás dando un paseo por el monte y ves un jabalí con sus crías que te mira desde el centro del camino… sí o no? En ese momento tu organismo está reaccionando aumentando el flujo de O2 hacia los músculos anticipándose a un esfuerzo previsible que le plantea tu mente y no ante requerimientos reales.
Lo has visto muchas veces por televisión: los dos corredores más fuertes suben a palos la última ascensión. Puede que tu favorito tenga mejor cara, de hecho se ha mostrado más sólido durante toda la Vuelta, pero hoy están tremendamente igualados. De repente, ante un demarraje, se sienta tan sólo un instante antes que el rival, y desde el momento en que ambos perciben esa circunstancia la igualdad inicial se torna en un palét de minutos en meta.
¿Podemos ejercer un control sobre este nivel de activación mental para que juegue a nuestro favor a la hora de rendir al máximo?, claro que sí. Y en LA NAVAJA vamos a tratar de que tú puedas llegar a ese control de un modo sencillo y claro a través de tres simples pasos:
Aprender a graduar tu nivel de activación.
Localizar tu nivel óptimo, el que te va a permitir dar tu máximo.
Buscar una herramienta que te permita volver a él en el momento óptimo.
Continuará…
¡Nos leemos aquí y nos saludamos en la carretera!
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